Elaboración artesanal de palmas blancas en Elche . Foto de Esto es Elche:  http://on.fb.me/1RigfV1

Elaboración artesanal de palmas blancas en Elche. Foto de «Esto es Elche»: http://on.fb.me/1RigfV1

Esta semana se ha conocido la propuesta de Compromis per Elx de reconocer públicamente a cinco mujeres ilicitanas procedentes del campo del conocimiento y de las ciencias, poniendo su nombre a sendas calles de la ciudad. Es de agradecer que se reconozca la necesidad y conveniencia de visibilizar a las mujeres en estos campos. Este tipo de prácticas supone asumir públicamente que los conocimientos humanos son también resultado de la creación y trabajo de muchas mujeres, lo que lleva décadas siendo reivindicado por el movimiento feminista y las estudiosas de la perspectiva de género. Sus esfuerzos han visibilizado el papel de las mujeres en las ciencias, cuyas aportaciones al conocimiento científico, a menudo de manera transgresora haciéndose pasar por hombres  o compartiendo o cediendo los honores a un varón, son amplias.

Algunas de esas mujeres se conocen por el gran público a través de películas como Ágora basada en la figura de Hipatia de Alejandría o  Yentl protagonizada por Barbra Streisand en los ochenta. Otras contribuciones son menos conocidas, como las de mujeres que aparecen en la exposición La otra mitad de la ciencia del Instituto de la Mujer, de la que disfrutamos el año pasado en Elche. Incluso, un calendario del 2016 ha recogido, con ocasión del Año de la Luz, las aportaciones de las mujeres en este campo.  Otra de estas expresiones es La Agenda Feminista de 2016, de la editorial horas y Horas, en la que se recoge la figura de mujeres que, para estudiar, trabajar, guerrear, heredar, escribir, amar a otras mujeres o lograr otros muchos objetivos, han adoptado una figura masculina para hacer lo que les estaba prohibido. Y finalmente recordar a otras muchas que lucharon por los derechos de todas, como Clara Campoamor.

Sin embargo, la mirada reivindicativa y crítica sobre la producción del conocimiento no ha sido la única aportación del  feminismo a las disciplinas científicas. Destacamos la denuncia de las disciplinas como fundamentalmente androcéntricas, etnocéntricas y heterocéntricas, dado que la creación de las distintas disciplinas ha estado en manos de hombres, quienes desde las preguntas hasta las respuestas sobre la realidad, han partido de esquemas masculinos, heterosexuales y occidentales sobre la misma.

A partir de estos planteamientos, los estudios de género y feministas proponen que lo que en la actualidad se considera conocimiento y éxito parte de un modelo sexista. Es por ello que muchas mujeres en las ciencias, artes y humanidades han logrado éxitos y alcanzado situaciones de poder llevando a la agenda política una manera distinta de tomar decisiones. Otras, sin llegar a estos puestos, también han sido modelos y referentes para otras mujeres; eso sí, utilizando criterios distintos a los del conocimiento y valores hegemónicos. Estas mujeres han hecho posible que la humanidad haya llegado hasta aquí a partir de sus conocimientos y saberes. Me gusta recordar a la alquimista María la judía, inventora de la técnica del baño maría, y también y con el mismo afán, a aquellas que durante siglos han conservado alimentos y procurado nutrientes a sus familias utilizando esta técnica sin saber explicar su lógica científica.

Por todo ello, reivindico las aportaciones de las mujeres en la ciencia, las artes y las letras. Pero también el quehacer de otras que han vivido tendiendo redes sociales, haciendo o no de modelos rompedores, como curanderas en los pueblos, tejiendo mantas o cosiendo ropa, haciendo bolillos o aparando zapatos, cuidando animales y trabajando en las tierras, sembrando y recolectando plantas curativas, haciendo conservas, y siempre cuidando.

Unas mujeres anónimas que, junto a las luchadoras en las calles, han hecho posible que ahora mujeres, como yo misma, podamos escribir en un periódico. Mujeres que, en muchos casos, son víctimas de la violencia de género diariamente, e incluso asesinadas como las tres de El Altet del pasado año. Reivindico el (re)conocimiento de todas y para todas ellas, y por ello el visibilizarles con sus nombres en el callejero.

Artículo de la profesora de Antropología Social UMH Purificación Heras González publicado en el diario Información